Hay varios opuestos en esta colección. Vestidos de principios del siglo XIX y otros de finales del s. XX. Prendas livianas de seda transparente y pesados atuendos que llevar con paciencia.
Trajes de noche para celebrar fiestas a lo grande y recogidos vestidos para acudir a un entierro. Pero siempre manteniendo una elegancia exquisita y una hechura magnífica.
Las fotos de hoy muestran esos dos opuestos. Por una lado un maravilloso vestido de fiesta confeccionado en raso de seda en dos tonos, negro y marfil.
Su estructura asimétrica, por la forma de la sobrefalda que proviene de un lado del escote y acaba en un gran lazo lateral que se abre como grandes pétalos sobre la falda, hace pensar en un diseñador de los años 50, al que le gustara marcar la cintura y los volúmenes en la parte inferior.
Por otro lado un vestido negro muy recatado, también confeccionado en raso, pero corto, sin adornos, sólo encajado en el cuerpo femenino a base de unos pliegues certeros.
Desconocemos el autor de este vestido, pero perfectamente podría pertenecer a la década de los años 40. Tiene los hombros anchos, la manga un poco oriental, se ciñe a la figura con una falda tubo y una botonadura central.
Belén de Benito interpretó en sus fotografías ambos vestidos, junto a la modelo Laura Cosmea, con un halo de romanticismo muy acertado.
- Estilismo y Tocados: Ana Pellón
- Peluquería y Maquillaje: Victoria Estilistas
- Calzado: Beda Herrezuelo
- Fotografía: Belén de Benito
- Modelo: Laura Cosmea
- Localización: Palacio de la Magdalena