En un ambiente con mucho encanto, llenando el aforo de La Nave que Late, la diseñadora Trinidad Castillo nos enseñó su nueva colección para la próxima temporada de primavera-verano.
Siendo fiel a su estilo con cierto gusto vintage, esta joven diseñadora cántabra ha escogido los colores básicos como el blanco, el negro, el rojo, el amarillo y el verde saturados para iluminar sus propuestas.
Telas con rigidez como la organza, junto a otras de gran caída como la seda o el raso plisado, forman una colección muy coherente en la estética y en la idea de mujer hacia la que va dirigida: una mujer muy femenina, muy coqueta, con un toque pin-up de los años 50 pero siempre muy elegante.
Cuando las prendas marcan la cintura, lo hacen en la parte más superior, para acortar el talle y alargar las piernas, Si no, la deja suelta en vestidos muy fluídos.
Los tocados, que evocan lo marinero, tan propio del verano, forman parte de una puesta en escena muy original con la pasarela en forma de curvas serpenteantes entre el público asistente. Los límites sólo están marcados por una hilera de lucecitas blancas que iluminan indirectamente el desfile.
Este marco resulta muy acogedor y entrañable, pero no facilita la visión de los colores y las texturas de las telas en todo su esplendor, que lo tienen y mucho, tal y como pude comprobar cuando visité el taller de Trinidad justo antes de este desfile. En las fotos se ve mucho mejor gracias al flash de la cámara, pero en directo no ocurre así.
El punto romántico lo aporta sobre todo el peinado en forma de moño con trenzas recogidas y a veces adornadas por coronitas de flores.
Esta ha sido la parte más de calle del desfile. En otra entrada os mostraré los looks más de ceremonia que Trinidad ha diseñado.
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