¿Qué pensaríais si en plenas rebajas de Zara os encontrarais con un perchero lleno de “bacalaos” como el que os enseño en nylon de colores oscuros?
Mi hermana y yo los mirábamos con curiosidad y empezamos a darles vueltas hasta que nos dimos cuenta de lo que se trataba.
Era una cazadora con tela de anorak con largo a la cintura, manga francesa y un cuello envolvente tipo chimenea, pero mucho más amplio, que era de donde estaba colgada.
Yo, que soy más decidida, me la probé y quedaba así.
Me miré de un lado
Me miré del otro. Me gusté…Y me la llevé a casa, concediéndole el derecho a ocupar un lugar en mi armario de invierno.
De esto hace cinco años.
Al principio la prenda se portaba bien, favorecía y me dejaba en buen lugar, agradecida, sin duda de no haberse visto forzada a emigrar a países lejanos. Incluso tenía un aire sofisticado, no exento de cierto brillo.
(Para acentuar lo del brillo, Julián le dio al fotoshop y modificó un poco los colores)
Pero con el paso del tiempo se volvió exigente por partes.
Primero fue el largo a la cintura que se empeñó en ir siempre con faldas de corselete o pantalones muy ajustados. Si no le hacía caso, se ponía tonta y adoptaba un aire raquítico insoportable.
Como tiene relleno y es caliente, sólo quería pasear los días fríos. Y cuando me ponía leggins, – que dicho sea de paso, eran sus acompañantes favoritos- necesitaba añadir una chaqueta más larga, si no quería correr el riesgo de una pulmonía. Por supuesto, la chaqueta, negra, para que pasara inadvertida, porque de lo contrario, vuelta al raquitismo.
Luego fue el turno del cuello. Decía que era muy acogedor y que también quería compañía. Así que pañuelos estilo “Bohemien” francés, que eran muy “chic”. Y más adelante fulares largos y envolventes para poder dar dos vueltas y estar a la altura.
Y para terminar las mangas, que no quisieron quedarse atrás y pidieron guantes largos a su lado. Éstas fueron un poco más prudentes y dejaban variedad, lo mismo permitían largo al codo, que a medio brazo y estaban igual de cómodas con los negros que con los de colores vivos, porque decían que alegraban el conjunto.
A semejante atavío, yo, por mi cuenta, le añadí un toque de color con el bolso, botas estilo D´Artagnan, y boina tipo “chapela a medio lao”.
Cuando me miré al espejo, me dije:
– Curra, hija, pareces del cuerpo de paracaidistas.
Y por eso el título de la entrada.
Tantas exigencias acabaron por cansarme y estaba decidida a condenarla al exilio, metiéndola en la caja de la ropa que regalo. Pero al ver las fotos y contaros la historia, me está dando un poco de pena.
¿Que os parece le doy, o no, una segunda oportunidad?
Cazadora y bolso: Zara.
Leggins, botas mosqueteras y guantes: Primark.
Foulard: DayaDay
Boina: Elósegui ( Sí, sí, la de los paisanos)
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