El año pasado por estas fechas estaba yo acudiendo a una boda estupenda pero rara, rara, rara.
Había un novio y una novia, un señor que casaba e invitados, como todas las bodas. Pero, y ahora viene lo raro, la ceremonia era al aire libre por la mañana y el convite por la noche. Eso para los amigos, porque para la familia había comida. Con lo cual, a mi Santo Job y a mi nos tocó arreglarnos de mañana, irnos a comer a casa, y volvernos a arreglar por la tarde para ir a la cena.
Ante semejante situación, no quise comprarme dos modelos, porque me negaba en rotundo a ir de largo por la mañana (cosa que hicieron muchas invitadas, muy mal, muy mal…) Así que me puse mi LBD, con mi capa de visón, guante largo y tacón (¡toma poema!):
Hacía un frío siberiano, y todas las que iban de tirante y chalcito me miraban destilando envidia centígrada.
Me presenté en la cena con el mismo outfit, pero un poco más maquillada y con más joyas (creo que collar de perlas, pendientes y pulsera por encima del guante en dorado, totalmente años 50, fijaros si fui precursora de tendencias). Algunas invitadas, que iban de corto por la mañana, se presentaron de largo por la noche, pero yo estaba estupenda con mi LBD (de Zara). Suponía que los novios estarían destrozados después de llevar todo el día de boda, pero que va!!! bailaban como posesos!!!
Bueno, el caso es que me parece un conjunto ideal para una ceremonia de boda de invierno o fiestuqui similar. Y este año con el collar babero más «in».
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