El pasado jueves 17 los responsables del café boutique “Avril en la Ría” nos invitaron a muchas bloggers a probar su nuevo Brunch de Invierno.
Fue una experiencia magnífica pues además de ser un sitio encantador, decorado con exquisito gusto, probamos una gastronomía deliciosa y conocimos a sus dueños y colaboradores.
Nos trataron genial, recibiéndonos con una copa de champagne en la terraza.
La mesa estaba dispuesta con sumo cuidado: una vajilla preciosa, y unos complementos de colores que alegran la vista y te preparan para una degustación sorprendente.
Las flores y frutas frescas y el calor de la chimenea creaban un ambiente muy acogedor, que es lo que pretende este establecimiento, que nos sintamos como en casa de una amiga que nos invita a tomar algo.
Ya sabéis que el brunch en una mezcla del desayuno y el almuerzo que se suele realizar los días festivos tras levantarse tarde. Después de una noche agitada de juerga nada mejor que unos buenos manjares para recuperarse. O para tomar en familia o con amigos relajadamente porque el domingo es largo y en invierno se está genial en un sitio calentito y cómodo como éste, sin prisas para poder saborear cada plato.
Christine, la responsable del local de origen francés, nos explicó cómo llegó a concebir la idea de este establecimiento tras largos paseos por la ría observando las excelentes vistas y lo privilegiado de su situación: En una zona elevada al lado del Campo de Golf de Mogro. Y también el porqué de cada una de sus exquisitas propuestas completamente caseras y artesanales elaboradas con los mejores productos.
Es una mujer encantadora que ha creado un ambiente que emana su personalidad, para tratar con amabilidad y dedicación a cada cliente que entre por su puerta, tal y como recibiría a unos amigos en su casa
La carta es francesa a más no poder, y el placer del “bon vivant” se materializa en cada uno de sus propuestas. En la parte dulce, hojaldres rellenos de compota de manzana, croissants artesanos, bizcochos con mermeladas, zumos naturales y batidos… En la parte salada, creps bretonas rellenas de pato, raclettes fundidas, regados con un vino de Rioja. Todo riquísimo.
Cada plato servido en una vajilla distinta y preciosa. Y por supuesto el trato amable de todo su personal.
Un toque muy significativo: hasta las cocineras llevan unos uniformes coquetos.
Además de todo esto nos agasajaron con una bolsa de regalos para cada una, vermut St Petroni (de mi tierra gallega), ginebra Siderit (cántabra) y unos deliciosos macarons traídos de París y algún detalle más, como una invitación para volver a tomar este brunch acompañadas de nuestra pareja.
Ya estoy deseando volver. Una experiencia así merece repetirse cada cierto tiempo, ¿no os parece?
Todas las fotos son de Michel Quijorna