Esta semana he estado de santo y de cumpleaños; ya me han caído un porrón de años, así que hay que celebrarlo. Antes solía hacer una gran fiesta juntando gente muy dispar, pero ahora cada vez es más difícil, así que lo voy celebrando por etapas, como el Tour.
Mis amigas se han pasado tres pueblos y cuatro aldeas y me han homenajeado de lo lindo, al igual que mi churri, que se pasó cinco capitales de provincia.
Le voy a dedicar una entrada a cada regalo, porque cada uno es grande en sí mismo.
El primero, por orden de aparición, fue el de mi Santo Job, que no lleva la cuenta de lo que compro (menos mal) y me apareció la noche de autos con un pedazo collar y su pulsera de perlas de río rosas… de TOUS!!! Me dió el siroco…!!! Y eso que jura que no había visto la entrada en la que digo que ando detrás de ellas (dice que no ve este blog porque no lo entiende y se aburre, lo que yo digo un «Santo Job»):
Y no contento con eso le añadió el frasco más grande del perfume de Carolina Herrera, que sabe que me chifla:
A éste no lo cambio yo por nada ni por nadie, ni con «plan renove», ni con plan de pensiones.
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