El sábado que me hice estas fotos hacía una mañana tibia, el sol no se decidía del todo a salir, pero de vez en cuando asomaba tímidamente jugando al escondite con las nubes.
Los días han crecido, la luz es más intensa y algunos brotes anuncian que la próxima estación está a la vuelta de la esquina.
Es bueno estar en sábado, no tener por delante obligaciones y poder dejarse llevar.
Me gusta sonreír a la vida, dejarme llevar por esa primavera que altera la sangre y hace subir la savia de los árboles y las plantas.
Me gusta pararme a observar, a pensar, a sentir como la naturaleza empieza a desperezarse
Me quedo ensimismada contemplando los pájaros que se animan a lanzar sus trinos al viento.
Miro y remiro las copas de los árboles donde, desfiantes, empiezan a aparecer las primeras yemas de lo que después serán hojas y ramas.
Me siento en los mismos poyetes donde jugaba de pequeña en el parque de San Francisco.
Me dejo mojar por las gotas pulverizadas de la fuente de las ranas
Y espero tranquilamente, sentada en el borde de esa misma fuente, que los ancianitos que pasean terminen su vuelta alrededor del círculo, antes de llegar a su banco favorito.
Chaquetón: Zara ( Tiene lo menos 10 años)
Sombrero: Regalo
Pantalón y guantes : Primark.
Foulard: Kenzo (En realidad es un pareo)
Bolso: El Corte Inglés.
Zapatos: Tienda local
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