Hace pocas semanas tuvo lugar en Santander esta exposición de un sólo día de duración pero de un éxito abrumador. El lugar fue alrededor del monumento a Enrique Gran en los jardines de Piquío:
La Fundación Enrique Gran en colaboración con la artista María Artioli para ayudar a la ONG Ayitimoun yo a recaudar fondos para su objetivo: ayudar a los niños de Haití.
Pasión, altruismo, entusiasmo y perseverancia, fueron el denominador común en la actividad de tres mujeres que aúnaron propósitos individuales en este singular encuentro, con un único mensaje: la difusión a través del ARTE de una noble misión solidaria sin filtros ni intermediarios, la ayuda sin burocracias a la infancia en Haití.
De izquierda a derecha en la foto: Maria Artioli, Lucía Lantero y Begoña Merino Gran.
En el 15 aniversario del fallecimiento de Enrique Gran la segunda edición de “exposición urbana” en torno al monumento del genial artista cántabro, se reunió con el extra de sentido que una noble causa aporta a cualquier iniciativa, más aún cuando no existe un trasfondo comercial que pueda enturbiar el mensaje.
En esta ocasión el entusiasmo y el saber hacer de tres mujeres, se reunieron en un encuentro promovido por Begoña Merino Gran, en el que ARTE Y AGUA, pretende captar la atención del espectador para disfrutar del “ARTE con mayúsculas” de Enrique Gran a través de sus obras más íntimas, realizadas todas ellas con objetos recogidos en las playas de Cantabria, probablemente en alguna de las que podemos contemplar desde este maravilloso enclave, las cuales han sido elemento inspirador para María Artioli, diseñadora italiana de joyas con un único fin: transmitir la sensibilidad de una mirada vanguardista en la composición de los elementos que utiliza en sus creaciones y concretamente las presentadas en esta muestra, de las que destacamos una mirada cuasi escultórica “dando a luz” obras que tienen como denominador común los mismos elementos que llevaron a Enrique Gran a componer las piezas que podemos contemplar en esta exposición efímera: los objetos cargados de historia que el mar arrastra a nuestras playas.
Estas joyas nunca mejor dicho “irrepetibles”, encierran un mensaje de ayuda y concienciación en torno a la obra de otra gran mujer Lucía Lantero cuyo “dharma” o propósito existencial, nos reúne en este aniversario para a través del entusiasmo y la sensibilidad femenina, llevar el mensaje de “UNA GRAN OBRA” que bajo el nombre de Ayitimoun yo aglutina esfuerzo, voluntad, tiempo y esperanza en la más noble de las misiones: la protección de la infancia en el tercer mundo.