Aunque parece que la temperatura ha templado y tenemos un tiempo casi primaveral, los fríos de días atrás obligaban a pertrecharse y sacar toda la ropa de abrigo. Yo, al menos, iba disfrazada a diario y aunque empecé muy digna y elegante emulando a Ana Karenina, paseé por todos los estadios de la historia rusa, desde Miguel Strogoff , hasta los bolcheviques, pasando por la perestroika. Gorros, guantes, bufandas, anoraks chaquetones de pelo, todo servía para calentar.
Pero cuando empezó a mejorar el tiempo saqué mi lado más femenino y me puse sombrero.
Con el cuello de zorro- de la misma herencia que el abrigo que me conocéis- y el abrigo de paño beige, me sentía casi parte del escaparate de Leny, una boutique de cerca de casa que tiene autenticas maravillas para ir de fiesta.
Contemplando la ropa de la nueva temporada y con sólo la cara al descubierto, el frío era casi una anécdota.
Abrigo y sombrero masculino, para un aire de diva de los años cuarenta.
En el recuerdo Ingrid Bergman, Bette Davis o Lauren Bacall, cuando las mujeres eran tan femeninas que incluso vestidas de hombre resultaban perfectas.
Enfrascada en otro escaparate, el de Pedro Álvarez de Benito que diseña las joyas más modernas, arriesgadas y favorecedoras de toda Asturias.
Relojes, sortijas, collares…. Perlas, piedras semipreciosas, materiales raros… piezas únicas que nunca repite.
Y en plan más modosito pero igual de clásico, los pantalones – que por cierto son de hace dos años y me quedaban genial, pero al adelgazar me están enormes – quieren hacer un guiño a la primavera que se acerca.
Ropa de señora que no oculta mis años, pero que me arropa y me hace sentir bien.
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