Velada musical. Valses vieneses para celebrar el comienzo del año, notas alegres y festivas, fáciles de seguir, de tararear, de sentir tuyas.
Me paro en las escaleras del teatro dejándome mecer por los compases de la música que aún resuena en mis oídos.
Crêpe negro en el pantalón, gasa que se adapta en el cuerpo y sobre todo ello, vistiendo, creando el efecto, transformando, una cascada de perlas todas distintas, pero con un punto en común.
Nacaradas, rosas, blancas, grises, con ese brillo especial que los joyeros llaman oriente Un brillo que da luz a los ojos y alegría al rostro.
Coco Chanel las adoraba copiándolas a sus amigas las duquesas rusas exiliadas.
Audrey Hepburn las inmortalizó en desayuno con diamantes
Y las del collar de Mariona Rebull, caían implacables sobre la alfombra que cubría la escalera del Liceo, mientras su marido sostenía en sus brazos su cuerpo inerte
Perlas para rodear el cuello, las muñecas, los dedos. Perlas que se mecen en una barra de plata colgadas de las orejas, y poco más…
La cartera con cierre de boquilla, evocando las de otras épocas, el moño en el pelo para dar solemnidad al conjunto.
Y todo parece armonizar con las notas que invitan a bailar y soñar como en el imperio Austro-húngaro.
Pantalón y cuerpo: Promod (de hace años)
Zapatos: Bershka.
Limosnera: Zara
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