No hay verano sin un vestido blanco largo. Me he dado cuenta de que es uno de mis comodines de cada verano. El del año pasado lo podéis ver en este post.
El de hoy es sumamente especial pues es tan sencillo que asusta.
Con el me fui a caminar por el Paseo del Marqués de la Hermida al lado del Puerto de Santander.
El vestido blanco es suelto y sin adornos a excepción de una preciosa aplicación de encaje en hilo de algodón crudo en el escote, tanto delantero como trasero.
¿Para qué más? No se necesita más artificio que unos pocos complementos veraniegos para completar el look.
En estos días de verano yo busco comodidad y sencillez pero sin perder la compostura, claro. Que se puede ir estupenda con cosas sencillas pero bien elegidas para estar fascinantes en esos paseos al caer la tarde.
El capazo que llevo también es muy especial para mí, porque lo hice yo misma en estos días atrás. Me encantan esos ratos libres de las vacaciones que me dejan tiempo para hacer uno de mis hobbies preferidos: ¡¡¡Los DIYs!!!
Le cosí un forro rematado en un cordón en crudo para cerrarlo, y lo adorné con ese encaje de bolillos tan bonito y con unas formas marineras de ganchillo. Para terminar lleva las caracolas agujereadas que encontré por las playas de mis tierras gallegas y que aún guardaba para algo especial como este capazo.
Otra tarde de verano más con un look casual y de estilo ibicenco… Como me gusta el Mediterráneo…
- Vestido y pulseras: Punto y Aparte
- Sandalias: Son Mits en Virtos
- Gafas de sol: Zara
- Pendientes: Regalo de una amiga
- Capazo: DIY
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